Recientemente la obra de Francis Alÿs puso la mirada de los críticos de arte en los límites que hay entre grupos de individuos (A story of deception) y las pequeñas, pero significativas distancias, que entre las naciones se han establecido como método de diferenciación y, a la vez, como un manera de contención en el que el quehacer del arte se transforma, más que en una representación artística o concreción de la belleza, en una forma de recrear las similitudes para resaltar el hecho de que estas fronteras, la mayoría de las veces, resultan absurdas.
Ximena Alarcón Riquelme (México 1968), artista visual y diseñadora explora estos limites en el que las formas al ser minimizadas como pequeños bloques resaltan dada la intimidad que desarrollan, como si fuesen pequeños núcleos que al recorrer distancias cortas refuerzan la idea de segmento como identidad y peculiaridad. Integrada por 8 obras realizadas sobre papel bajo el titulo “los desahuciados”, cuatro de ellas son fotografías intervenidas a manera de collage y 20 esculturas en acero; “Escultura y obra sobre papel”, es una exposición montada en la Fundación Sebastian hasta el próximo 28 de mayo. Cuenta con la curaduría del maestro José Raúl Guadarrama, y en ella vemos influencias que van desde Chillida hasta Merino de Teana. Ximena se reconoce depositaria del arte prehispánico, que para ella es una fuente minimalista que redondea su obra.
Transmitir estética que invite a la reflexión puede que sea la mayor de las búsquedas en las que Ximena abre un diálogo con el espectador sin desbordarlo y en cambio sí, conteniendo en todo momento ese discurso básico (lo estético en sí, lo bello en sí) que al manifestarse reafirma el valor de la apreciación autómata del artista para transfigurarlo por un discurso intuitivamente analítico.
Crítico de su propia condición que pone entre dicho el espacio del objeto y va más allá de mostrarnos sólo una forma con su respectivo espacio: “Desde hace casi 16 años he trabajado en la joyería a partir de elementos geométricos simples, como ahora lo hago con la escultura”.
Espacios prefigurados por Gerzog en la pintura, pasando por las líneas tridimensionales de David Smith, el área en la que Ximena Alarcón Riquelme se manifiesta, bien puede estar emparentada con los volúmenes de quebranto de Oteiza y las herrumbres del Felguerez. Los puntos en los que sus influencias concurren son múltiples, los espacios en los que éstas son rebasadas por su propia intimidad también. Eso llena a su obra de un versatilidad cautivante e intimista, que sucede en espacios que las mismas piezas se encargan de prefigurar como unidad de ensamble en tanto los lazos que la terminan caracterizando más que desasociándolo.
Si, “todas las condiciones de la vida moderna –su abundancia material, su exagerado abigarramiento– se conjugan para embotar nuestras facultades sensoriales”, en palabras de Susan Sontag, la obra de Ximena pasa por el abotargamiento y por esa múltiple influencia de tendencias y de cierta manera logra con estas características en lugar de nublar nuestros sentidos: liberarlos, pues sus formas (marcos cuadrados y paredes de cajas, interrumpidas por sus propias convicciones) implícitamente conlleva a la ruptura dentro de sus aglomerados geométricos y explora a través de la repetición de éstos (eso lo emparenta con la geometría emocional de Fundación Sebastian), los puntos de unión donde los lazos humanos, cómo metáfora, se erigen en tanto posibilidad de ruptura pues en palabras de la autora: “¿De qué sirve la belleza si sólo se queda en eso, en belleza, y no nos dice algo más profundo?”
No dejes de ver esta alucinante exposición que en una primera vista nos lleva a develar que nuestras relaciones de quebranto con respecto a un estado de sitio; las fronteras: se transforman únicamente en eso, fronteras que nos hemos autoimpuesto.
*Ubicación: Fundación Sebastian, Av. Patriotismo 304, Colonia San Pedro de los Pinos, Ciudad de México
*Duración: hasta el 28 de Mayo 2015.
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