Conoce algunas de las abandonadas piezas del arquitecto Ernesto Paulsen.
Desde niño la escultura pública me atrajo. La escultura en general. Me resultaba enigmático que hubiera cosas gigantes o pequeñas por aquí y por allá, en medio de avenidas, camellones, parques o esquinas, que cosas “absurdas” llenaran las ciudades, los museos, las casas. A veces íbamos con mis hermanos a andar en bicicleta a un parque que hoy sé, se llama Parque del Mestizaje y que fue inaugurado en 1978 por el presidente de México y los reyes de España, y que resguarda las esculturas de los Indios Verdes, símbolos del norte de la Ciudad de México, una fuente llamada los Danzantes, además de una escultura del Quijote que me imponía mucho. Íbamos a ese parque porque mi mamá hacía las compras del supermercado en una Comercial Mexicana que estaba y está sobre la avenida de los Insurgentes y la avenida Ticomán.
Cuando empecé a usar solo el transporte público tendría trece años. No es que antes no lo hiciera, pero me acompañaban sobre todo mi madre y mis hermanos. Salía de la escuela secundaria y caminaba hasta el metro Indios Verdes. A veces tomaba un camión que llamaban “guajolotero” y en el que literalmente algunas ocasiones viajaban gallinas. Otras veces caminaba más sobre avenida de los Insurgentes hasta el metro 18 de Marzo. Ahí, antes de tomar un “pesero” me sentaba en un escalón que sostenía una extraña escultura amarilla que recortaba el cielo con sus formas. No sé muy bien por qué, pero me sentía muy a gusto ahí. Hoy sé que esa escultura es de Ernesto Paulsen.
No hace mucho caminando por avenida Paseo de la Reforma vi una escultura igualmente amarilla a espaldas del Hotel Presidente Chapultepec. Una vez trasnochando había estado ahí mismo y no recordaba la escultura. Inmediatamente recordé aquella del metro 18 de Marzo. Crucé un extenso camellón y caminé hasta la escultura. Con enorme pero grata sorpresa descubrí que esa pieza era también de Ernesto Paulsen.
El artista Ernesto Paulsen Camba nació en Guadalajara en 1935. Asistió a un monasterio benedictino. Se hizo joyero autodidacta y esa profesión lo llevó a convertirse en escultor. En 1953, junto con fray Gabriel Chávez de la Mora fundó en Cuernavaca el taller de platería Arte Sacro. Cuando cumplió 75 años se convirtió en “Hijo distinguido” de Guadalajara. Fue amigo de Andrés Henestrosa y Juan Soriano. Vicente Leñero cuenta que: “Algunas de sus obras decoran aún fachadas y vestíbulos de edificios públicos. También montó un gracioso conjunto sobre Cri Cri en la tercera sección del Bosque de Chapultepec, y el gran trompo que plantó en el jardín Sullivan, detrás del Monumento a la Madre, le dio en la madre el terremoto del 85.”
Paulsen ha sido un escultor de su tiempo, sus piezas, más allá de su tamaño, son formas geométricas, racionales. Sus esculturas realizadas en acero son planos cruzados, con vacíos. En algún lugar que ahora no recuerdo leí que la escultura era un arte de civilizaciones prósperas. No sé que tanto esto pueda decirse de eso al respecto del México en que vivimos, pero lo cierto es que la Ciudad de México, está sembrada de eso que el poeta argentino Edgar Bayley dijera en uno de sus geniales versos: “existe tan belleza abandonada”.
La casa en Lomas Altas, en la que Paulsen viviera en la Ciudad de México, con una imponente chimenea diseñada por él mismo, ha sido remodelada en 2004 por el despacho arquitectónico RIMA, y es uno de los proyectos de remodelaciones de casa más destacados de los últimos años.
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