miércoles, 2 de diciembre de 2015

Los compositores: los héroes anónimos de la Ópera en México

La primera ópera que se compuso en América del Norte lleva por nombre “La Parténope” y corrió a cargo de la música del mexicano Manuel de Sumaya. Dicha obra fue estrenada en 1711 en la Ciudad de México, y marcó un hito en la historia y el desarrollo cultural y artístico en nuestro país, pues fue lo que dio inicio a una creación operística en Latinoamérica.  

Un siglo más tarde, Cenobio Paniagua escribiría su primera obra, la cual tituló “Catalina de Guisa”. No fue hasta percatarse del éxito obtenido, que el compositor decidió fundar la Academia de Armonía y Composición. Este lugar fue testigo y maestro de personalidades como Melesio Morales, Mateo Torres, Miguel Planas, Carlos J. Meneses y Ángela Peralta.

Aquí nació la primera compañía de ópera en México, siendo así la primera empresa de este carácter en nuestro país.

opera en mexico

A pesar de la gran calidad de obras y óperas que se creaban año con año en la República, la inestabilidad económica y política de México no hizo posible el patrocinio de la producción  de todas las puestas en escena. Por este motivo, el mundo de la ópera se mantuvo por varios años únicamente de las compañías extranjeras que visitaban el país para montar sus óperas. Pocas veces se le daba oportunidad a los compositores locales a que dieran a conocer su trabajo.

En 1864 Melesio Morales termina su obra “Ildegonda”, la cual es interpretada por Ángela Peralta. Pero no es hasta 1866 que la ópera llega a los escenarios, pues Maximiliano I de México finalmente decide apoyar con todos los gastos que se requiere para montar una obra 100% nacional.

Las décadas transcurren, y Miguel Planas, Aniceto Ortega, Felipe Villanueva y Julio Morales se convierten en los compositores responsables de cerrar el S.XIX con un gran número de óperas nacionales.

Entra el siglo XX, y tras la Revolución, los compositores comienzan a integrar elementos nacionalistas en sus obras. Ya no se basan en la literatura clásica y dejan a un lado los cuentos de hadas y sus adaptaciones.

En esta época, maestros como Ríos Escalante, Ricalde Moguel, Rivera Velador y Cárdenas Samada se disponen a viajar a Mérida para conocer más de cerca las leyendas mayas y así poder construir una obra con más tradición nativa.

Ya para la segunda mitad del siglo, los compositores Luis Mendoza López y José F. Vásquez estrenarían “Eréndira” y “El Último Sueño” con Plácido Domingo.

Hoy por hoy, de entre los compositores mexicanos que más sobresalen por su trayectoria y trabajo podemos mencionar a Federico Ibarra, Marcela Rodríguez, Javier Álvarez, Julio Estrada, Luis Jaime Cortez, Gabriela Ortiz, Leopoldo Novoa, Hilda Paredes, Mario Stern, Daniel Catán y Mathias Hinke.

Por lo general, cuando pensamos en las grandes óperas de nuestro país solamente traemos a nuestras mentes a los cantantes y a sus poderosas voces. Pero hay que recordar que son los compositores los que hacen posibles estas obras, y que sin ellos, el mundo operístico en México no existiría como lo conocemos hoy.

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