martes, 1 de diciembre de 2015

Gloria a la gloria, el legado de una gran bailarina

La danza es un acto inesperado. Y más para quien no es sólo danzante del espacio, sino del tiempo.

—¿Por qué le interesa tanto el pueblo? —Porque Gregorio Contreras, mi padre, fue socialista. Era de Chiapas y cuando venían trabajadores de allá a laborar a mi casa, mi mamá les arreglaba la sala y el comedor para que durmieran; les daba sábanas, cobertores, les daba de comer. Ése fue Gregorio Contreras: me educó con sus actos, desde niña vi su hermandad con los seres humanos, no hacía diferencias entre nosotros y aquellos a los que despectivamente llamaban la indiada. Entonces, soy socialista, así me amamantaron, decía Gloria Contreras.

Gloria Contreras

La coreógrafa, que pensaba que no había disciplina, sino arte, recorrió los pasillos de la universidad sentimental —del México antiguo al contemporáneo—, así como también todas las facultades, con la danza como estandarte universitario y universal; desde la música creo un lenguaje de danza pura donde los movimientos son suficiente, donde la danza no es accesoria sino protagonista.

—¿Cuál ha sido la clave para la permanencia del Taller Coreográfico de la UNAM? —Las buenas obras. Si yo tuviera malas obras, nadie vendría. Menos los muchachos, que no se dejan engañar. Vienen porque les ofrezco un rato feliz y punto. Tengo un repertorio que incluye folclor, jazz, clásico, improvisación; tengo a Bach, a Schubert, a los grandes músicos de la historia, pero también incluyo músicos populares contemporáneos, como Pérez Prado.

Y efectivamente de sus casi 300 coreografías y casi 200 de su autoría su repertorio musical va de épocas históricas que abarcan desde cantos del siglo XII hasta composiciones contemporáneas.

Nosotros, decía Gloria Contreras, los bailarines no tenemos vida social, no se sabe de nosotros, no nos conocen; aunque en CDMX se le reconoce desde el músculo y el tejido, los tímpanos y el recuerdo de aquellas personas que convivieron y bailaron su danza en todo el mundo, y hasta en el último rincón de la Sala Miguel Covarrubias.

Hace 40 años llegó a México donde la Universidad Nacional la acogió y le dio dos espacios para la universidad donde no hay quien no la conozca desde los que cuando niños y sus hijos con los que van ahora. Recorrió toda América, la mandaba incluso como coreógrafa americana, aunque en letras pequeñas dijera mexican born. A su compañía en México vinieron primero extranjeros, ya que en el país no querían bailar con ella; ahora su compañía está conformada por puros mexicanos. Mientras estaba en Estados Unidos Gloria Contreras le daba pena pedirle un pianista acompañante musical, a uno de sus mentores, Igor Stravinsky, y por ello trabajaba con disco. Logró tener la ‘música verdadera’, como ella le llamaba, ya que es una persona la que se vincula con el bailarín, se hacen una cosa, la música y la danza hasta que entró el acompañante que George Balanchine (otro de sus mentores) le habían encomendado, un chamaco —que era el que le cobraba más barato— no se imaginaban que llegaría a convertirse en el Director musical del New York City Ballet.

La época de Nueva York Muestra en Gloria Contreras una directora de la exquisita sinfonía de movimientos y la orquestación de sentimientos que los que estamos bailando aún nos hace bailar en nuestros asientos y hace de cada una de sus danzas un acto una totalidad.

Diario de Una Coreografa

 

 

Twitter del Autor: @SamZarazua

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