¿Qué es la contracultura? El concepto puede ser engañoso por la aparente simplicidad de los términos que lo componen y también por la posible ambigüedad de estos. Cultura, hasta cierto punto, lo es todo, desde la forma en que comemos hasta los libros que leemos o las palabras que usamos y, por lo mismo, oponer algo a esto, “llevarle la contra” (como se dice en buen español), puede parecer desproporcionado. En efecto, ¿cómo ir en contra de todo?
La historia, sin embargo, es más sencilla. La “contracultura” es una corriente intelectual y artística que si bien puede ubicarse como postura, en momentos como el Romanticismo del siglo XVIII, en realidad fue conceptualizado y sistematizado en la década de 1960, como parte de esa efervescencia juvenil condensadas en las protestas en Estados Unidos contra la guerra de Vietnam, los movimientos estudiantiles en México o Francia, el rock n’roll y el punk y, en general, el ánimo rebelde contra las formas establecidas, el statu quo en la sociedad, el arte, las expresiones creativas populares y más. Se trata, en suma, de un punto de vista que registra aquello que usualmente escapa al discurso cultural e ideológico dominante de una época (al respecto de este tema, uno de los títulos clásicos es el libro de Umberto Eco Apocalípticos e integrados).
En México uno de los principales exponentes de la contracultura es el escritor José Agustín (1944), quien destacó en la llamada “literatura de la Onda” –una generación influida por los beatniks, que jugó con el lenguaje, los pochismos, e incorporó temas como la apertura sexual, las drogas y la música a su narrativa– y que, desde mediados de los 60, ha sostenido una trayectoria solvente como una suerte de escriba de aquello que ha ocurrido en las márgenes de la cultura mexicana.
A su primer época pertenecen las novelas La tumba (1964), De perfil (1966), las cuales le valieron un gran reconocimiento como un amanuense fino y atento para las formas en que las experiencias de vida de la juventud de la época, registradas con eficiencia de recursos literarios vanguardistas pero también irreverentes.
Más adelante, uno de los proyectos que mejor condensaron su labor a contracorriente fue la serie Tragicomedia mexicana, un ensayo histórico en tres volúmenes que, a la manera peculiar de José Agustín, cuenta los acontecimientos de nuestros país de 1940 a 1994, deteniéndose sí en los “importantes”, aquellos de la historia oficial, pero dando la misma importancia a los sucesos que otros considerarían menores o prescindibles, por ocurrir más bien en la cotidianidad y fuera del foco de lo hegemónico: la vida en los barrios, la formación de grupos culturales alternativos a los dominantes, la manera en que operaba la censura cultural, etc. Como dato adicional vale la pena mencionar que los libros de José Agustín llevan como subtítulo La vida en México en…, seguida del periodo correspondiente, lo cual recuerda la titánica serie de Salvador Novo La vida en México en el periodo presidencial de…, pero, por el contraste obvio entre ambos autores, como si el trabajo de José Agustín fuera el reflejo paródico de las crónicas hechas por Novo.
Este es, en suma, un breve acercamiento a José Agustín, un escritor que sin duda es necesario conocer para ampliar nuestra idea de cultura y abrazar una noción mucho más completa e incluyente.
Imagen principal: Rogelio Cuéllar
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