martes, 23 de febrero de 2016

¿Es la CDMX el ombligo de la Luna?

México enamora a todo aquel que conoce, aprehende y se apropia de su dinámica cultural y social. Sin embargo, aquellos personajes que aprendieron a amar a este país, tuvieron que recorrer los años, décadas y siglos de historia que en él habitan: desde sus orígenes, guerras, intervenciones hasta manifestaciones.

En museos y clases de Historia y Geografía enseñan acerca del origen de la gran México- Tenochtitlán, sin embargo hay datos que se mantienen ocultos –como si quisieran guardar recelosamente en secreto la belleza del país–. Entre ellos, el origen de que la ciudad de México es “el ombligo de la Luna”.

Una de las teorías cuenta que esta idea surgió en una de las conferencias de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, en donde el doctor Gutierre Tibón, un italiano nacionalizado mexicano, exponía su hipótesis acerca del significado de México. Para él, la palabra de origen aztekatl, se diseccionaba en Meztli –que quiere decir “luna”– y Xictli –que quiere decir “ombligo”–; de modo que “todo estaba claro: México no podía significar otra cosa más que ‘el lugar en el ombligo de la luna’”. Se cuenta inclusive que para preguntar “¿de dónde eres?” en la Mesoamérica predispónica, los habitantes del valle de México solían decir que provenían del ombligo de la Luna.

El ombligo comenzó a asociarse entonces con un sitio de importancia política, comercial, económica y social; con la manifestación en las cuatro direcciones del universo; como el cielo más alto, el treceno, el tlalxico, el ombligo de no sólo del mundo. Como agujero, hondo o grupo, este lugar se fundó en el lugar en donde el reflejo del conejo de la Luna se expandía sobre la isla del lago de Texcoco. Y es que, sin saberlo, este lugar se convirtió en el asiento del alma, el punto de mayor espiritualidad de Mesoamérica, el lugar de armonía cósmica del que emana el fuego divino.

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Sin embargo, ¿esto explicaba del todo el significado de México? Para 1966, el doctor Juan Luna Cárdenas expuso en su conferencia magistral “México estudio de su significación”, explica que Aztekatl, nombre de la una raza que se extendió por todo el continente americano, se fue ramificando hasta formar una tribu principal: los Aztekatl-Tultekatl. Pese a que esta tribu se conformaba por diferentes clanes aztekatl, su centro estaba en la ciudad de Tullan –hoy Tula, en el estado de Hidalgo–. Debido a una gran invasión de hordas de Atapazkah, tribus apaches y navajos del norte del continente, los Aztekatl-Tultekatl terminaron separándose en diásporas, las cuales huyeron por diferentes rumbos en busca de sitios para establecerse.

Mientras que una de esas tribus tenía como protector a Metzitli, la Luna –cuyo caudillo, Witzilo Poctli –Huitzilopochtli–, se distinguió por ser un gran líder, guerrero y portar un tridente como arma–, otra tribu se distinguió por Wewe Tenockatl, personaje que defendió a la Confederación Tultekatl contra la invasión de los bárbaros en la batalla de Tultitlán. Metzitli y Tenockatl se valieron de una alianza en la búsqueda de un nuevo sitio para establecerse, resultando entonces en Metzikatl-Tenockatl.

Metziko-Tenoctitlan fue entonces “el lugar de los Metzikah, los seguidores de Metzitli, aquellos que se encomendaron a la Luna” y “el lugar principal de Tenockatl”. En palabras del doctor Luna, “el nombre de nuestro país, ata su significado a la historia del pueblo que fundó la gran ciudad Metziko- Tenoçtitlan y que fue Aztekatl por raza, Tultekatl por rama y Metzikatl por clan”. Y ya el decorativo ejemplar de la “x” se debe a que los conquistadores españoles redujeron el nombre de la gran ciudad de “Metziko” a “México”, pues en ese entonces la x sonaba como /sh/, asemejándose a lo que ellos escuchaban. En los siglos posteriores, la x cambió su sonido a /j/, y de ahí que aún en ese país del Viejo Continente se escriba como ‘Méjico’.

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