Es cierto que nuestros antepasados tenían rituales que no estaban fijos en un calendario, más bien se trataba de celebraciones en torno a los cambios de ciclo, ya fueran climáticos o momentos de esplendor en cuanto a bienes y alimentos.
Sobre Teotihuacán es tan remota su existencia que data desde el comienzo de esta época. Del 1-150 d.C. empiezan las construcciones de las grandes pirámides, planteando los dos ejes en los cuales crecerá la ciudad. La ubicación de la pirámide tiene razones simbólicas ya que se trataba de posicionar una especie de alegoría del centro del universo en este perímetro de la tierra.
Para entonces Teotihuacán llegaba a los 30 mil habitantes, con casi 17 km2 de extensión, quedando como la ciudad más grande y poblada de su tiempo en Mesoamérica. Con el paso del tiempo la ciudad continúa creciendo tanto en extensión como en cantidad de habitantes para el 450-650 ya eran alrededor de 85 mil personas en 20 km2 de perímetro. Para los rituales de sus pobladores se crea la Plaza de la Ciudadela la cual los congregaba a todos.
No es gratuito que se le llamara la ciudad de los dioses, ya que su esplendor arquitectónico generaba respeto y admiración. Aunque no hay un registro exacto de lo que puede funcionar como ritual en torno al lugar, la realidad es que esto mismo brinda la libertad de generar una conexión con aquello que existió, con los inicios y el misterio.
Caminar entre las ruinas, admirar las obras, sentarse en todos los puntos posibles a contemplar genera una fuerza energética que trasciende la razón y la objetividad. Es un lugar magistral en el cual se antoja una serie de reflexiones, una meditación profunda de lo que ha sido el año, de lo que ha ocupado cada día y hora de nuestro tiempo, de la búsqueda contante de encuentro con el lugar, el espacio y el tiempo.
Subir a la Pirámide del Sol ubicarse en cada uno de los puntos que son conexiones a cada una de las coordenadas, meditar sobre la energía que se siente en el cuerpo así como en el alma. Descender una vez que se desprenden los miedos que pueden atacar la vitalidad de nuestro sistema.
Escalar a la Pirámide de la Luna, realizar el mismo recorrido de los puntos aprovechando reconocer los obstáculos con los cuales te has topado durante el ciclo de este año para verlos desde afuera.
Y finalmente caminar por la Calzada de los muertos, pensar en la sucesión del tiempo, en los instantes de vida que ahora forman parte de tu memoria, recordar a tus propios muertos y dedicarles algún pensamiento.
A los rituales se les otorga el poder que tu deseas, significado, valor y al final es un buen momento de reconectar con las posibilidades que deseas para lo que viene, eso que deseas sea parte de tus siguientes días.
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