“pertenece a esa reducida pero sobresaliente categoría de actores que se transforman en personajes de sí mismos… La gran creación de María Félix es ella misma… María es generosa, altiva y valiente, una mujer muy mujer que ha tenido la osadía de no ajustarse a la idea que se han hecho los machos de la mujer” Octavio Paz
María Félix, la Doña, nació en 1914 en Álamos, Sonora. Tenía once hermanos y hermanas; una relación muy estrecha con Pablo, uno de ellos, al cual enviaron al Colegio Militar en la Ciudad de México. Más que jugar a las muñecas o algún otra actividad común entre las niñas, ella prefería estar al aire libre, era muy buena para montar a caballo; tampoco tuvo una gran relación con las hermanas.
La familia se mudó a Guadalajara, en donde se casó por primera vez, pasados dos años la pareja se divorció, y María Félix se fue hacia el Distrito Federal junto con su hijo.
La llegada de la Doña a la gran ciudad sucedió como flecha al tiro al blanco. Trabajaba de asistente con un cirujano plástico y vivía en una casa de invitados. El jefe de María Félix la ponía de ejemplo para con sus clientes. Les decía que “así”, apuntando a la nariz de la Doña, les podía quedar la nariz después de la cirugía. Lo mismo con las orejas o los pómulos. A lo cual la Doña simplemente sonreía sin desacreditar las palabras del cirujano, siendo que ella en aquel tiempo jamás había incurrido en ningún tipo de operación estética.
Fue en sus tiempos de asistente del médico cuando la Doña caminaba por la ciudad y se encontró con Fernando Palacios, fue en la esquina de Madero con Gante, en el Centro del D.F., Palacios quedó deslumbrado por la belleza de María Félix entonces le retrató y contacto con el medio del cine. Aquí fue entonces la puerta que se abrió para que la Doña llegara a convertirse en la Doña, le dieron el papel estelar dentro de la película “El peñón de las ánimas” junto a Jorge Negrete.
Durante el rodaje de la cinta antes mencionada Negrete y Félix no se cayeron del todo bien. Ella era demandante, y él, por su fama, tampoco le hacía el momento tan fácil. Curiosamente años después Negrete le confesaría su amor a María Félix, pasando a convertirse en uno de los grandes amores de la Doña.
Con respecto a su carrera artística, terminada la grabación de “El peñón de las ánimas”, María Félix estuvo a punto de volver a su trabajo de asistente del cirujano, ya que no consideraba que se le pagara lo suficiente por su aparición en la película. Así fue como empezó a cotizarse la artistas, exigiendo desde sus comienzos un valor a su figura y al mito que apenas empezaba a dibujarse.
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