Inaugurada el 29 de septiembre de 1900, el Palacio de Lecumberri, también llamado Palacio Negro, fue la cárcel más importante de la ciudad en los 76 años que estuvo abierta.
La necesidad de construirla surge por una reforma en el Código Penal de 1871, donde se especificaba la creación de una penitenciaría. Los arquitectos que estuvieron a cargo del proyecto se basaron en la idea del panóptico de Jeremy Bentham, el prototipo de cárceles en el siglo XIX. El panóptico es una estructura poligonal con un cuerpo central, destinado a la torre de vigilancia, de la cual se desprenden varios pasillos que llevan a las celdas. Este diseño facilita que se pueda observar la totalidad de la superficie interior desde un único punto.
Su construcción duró 15 años y fue planeada para albergar una población de 800 hombres, 180 mujeres y 400 menores de edad. Albergó ambos sexos hasta 1954 cuando se construyó la cárcel para mujeres. Contaba con 804 celdas, talleres, enfermería, cocina y panadería. En 1908 se ampliaron las celdas para albergar 996 internos. Pero la realidad es que siempre se superó este número llegando a tener hasta 5 mil prisioneros a la vez.
La cárcel se dividía en diferentes galerías o “crujías” en las que eran enviados los presos de acuerdo al delito que habían cometido; por ejemplo en la crujía “E” estaban los detenidos por robo, en la crujía “J” los homosexuales, de ahí el término “joto”. El área más temida por los presos era el “Apando”, celda de castigo, donde los reos pasaban su tiempo sin luz, agua, ventilación, baño y con un mínimo de comida.
Lecumberri vio pasar a varios presos famosos como William Burroughs, José Agustín, Pancho Villa, Álvaro Mutis, José Revueltas, David Alfaro Siqueiros y hasta Juan Gabriel, quien entró en 1971 acusado del robo de un radio.
Revueltas tiene un libro titulado “El Apando”, como la celda de castigo, donde nos narra la vida dentro de la prisión haciendo una crítica al sistema penitenciario.
La prisión fue clausurada en 1976 por varias fallas en su administración, que incluían una gran sobrepoblación, pésima alimentación y corrupción en todos los niveles.
En 1982 esta cárcel abandonada se convierte en la sede del Archivo General de la Nación, uno de los archivos históricos más antiguos e importantes de América. La estructura original se preservó en gran medida pero fue necesaria la demolición de muros y la creación de una cúpula central en donde estaba la torre de vigilancia. Las celdas fueron insuficientes para archivar todo el acervo por lo que se construyó otra galería externa, la número 8, que resguarda una fototeca.
Este archivo resguarda información tanto de instituciones gubernamentales como de entidades privadas desde la época de la llegada de los españoles; podemos encontrar aquí desde el acta de Independencia, documentos de Hernán Cortés, de la inquisición, las diferentes constituciones que ha tenido el país, los Sentimientos de la Nación de Morelos, archivos presidenciales, algunos códices, más de 6 millones de fotografías y un sin fin de documentos más.
Cualquiera puede visitar las instalaciones del antiguo Palacio Negro. Su horario de servicio es de lunes a viernes de 9:00 a 17:00 hrs. y sábados de 10:00 a 14:00 hrs. Los jueves a las 12 del día se dan visitas guiadas gratis.
Se pueden revisar los documentos del archivo siempre y cuando se cuente con la credencial pertinente, misma que se tramita dentro de las instalaciones con solamente presentar una identificación oficial. El archivo se encuentra en la calle Eduardo Molina 113, colonia Penitenciaría Ampliación, en la delegación Venustiano Carranza.
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